Hay en el Perú una sierra altísima, que llaman Periacaca; cuando subí las Escaleras, que llaman, que es lo más alto de aquella sierra, cuasi súbito me dio una congoja tan mortal, que estuve con pensamientos de arrojarme de la cabalgadura […]; y con esto, luego tantas arcadas y vómitos, que pensé dar el alma […], mas no duró sino obra de tres o cuatro horas […]. Que la causa de esta destemplanza y alteración tan extraña sea el viento o aire que allí reina, no hay duda ninguna.
José Acosta.