Estamos todos reflejados en el Evangelio, reflejados en como somos o como debiéramos ser. Y de ahí podemos descubrir la vida que Dios nos propone.

Estamos todos reflejados en el Evangelio, reflejados en como somos o como debiéramos ser. Y de ahí podemos descubrir la vida que Dios nos propone.
No importan nuestras “torpezas”. Lo que importa es la misericordia de Dios que las comprende y perdona.
¿Creías que en el Evangelio solo sale gente que acierta y le sale todo bien? Pues no. Ahí te vas a encontrar también con muchos “torpes”.
La propuesta que Dios nos hace con su Espíritu Santo es una propuesta de vida, paz y entendimiento universal.
El Espíritu divino no solo quiere renovar, mover y guiar a individuos: también es un regalo para ti porque lo necesitas.
Jesús no nos deja huérfanos. Prolonga su palabra y su acción mediante el Espíritu con el que «bautiza» a sus seguidores.
María avala con su actitud que es para nosotros alguien que nos ama y nos cuida como hizo su Hijo.
La auténtica dimensión de María, la madre del Señor, más allá de devociones, cultos y folklores.
Para Jesús, la mujer no era ni puede ser “un florero”. Y menos aún en el tema de la fe.
Nos guste o no, tenemos que posicionarnos: ¿De qué lado estamos, del de la vida o del de la muerte?