Además de un acto de generosidad, la donación de órganos o del cuerpo para el estudio de la ciencia, es también un acto de coherencia ambiental. Nuestro cuerpo difunto representa nuestra última huella en la Tierra y decidir que algunas partes o todo sea “reutilizado” es también un gesto de solidaridad hacia las generaciones que nos siguen. Donar nuestros órganos o nuestro cuerpo es dejar un legado de valor incalculable, marcar una diferencia después de haber exhalado nuestro su último suspiro.